22 junio – 10 septiembre
Salas 2 y 3. Segunda planta
El proyecto “Conexiones surrealistas. Colmeiro, Granell y el Surrealismo en el exilio” pretende una lectura sobre el impacto del movimiento surrealista en la obra del pintor Manuel Colmeiro en las décadas de los treinta y los cuarenta y mostrar los puntos de conexión con la obra de Eugenio Granell, pintor de la misma generación y figura de referencia del surrealismo desde los años cuarenta, ambos con trayectorias vitales marcadas por el exilio y por su presencia en América Latina.
Como paño de fondo de estas afinidades estéticas está el contexto del exilio republicano en América, que une a ambos pintores, y la relación con la diáspora que provoca en figuras centrales del surrealismo la caída de Francia en 1940 en manos de los nazis, un éxodo de artistas e intelectuales que, como se conoce, tuvo un singular impacto en los Estados Unidos y en México. La presencia en la muestra de obras y documentos de André Breton, André Masson, Wilfredo Lam, Wolfgang Paalen, Esteban Francés, Óscar Domínguez, César Moro o Roberto Matta, todas de la Colección Granell, evidencia esta conglomerada y fructífera red de enlaces que tuvo una importancia fundamental en la evolución del arte, sobre todo, en los años de la Segunda Guerra Mundial.
En la diáspora americana, y en este contexto genérico, Colmeiro y Granell comparten preocupaciones sociales y ciertos puntos y procesos evolutivos comunes, dentro de unos lenguajes y propuestas fuertemente personales. Viven el exilio en general como una realidad conflictiva, tratando también de integrarse en una realidad nueva en la cual irremediablemente tienen que realizar su labor. Esta integración va acompañada de un esfuerzo actualizador de sus lenguajes, ligado al contexto internacional y al americano en particular.
Entre las obras de Colmeiro destaca la serie de cabezas de ahogados que fueron elaboradas en un lenguaje con los ecos surreales, que el artista ya había ensayado en obras a comienzos de la década de los treinta, y que sería bien común en el arte de la guerra en el bando republicano. En estas obras renueva, adaptándose a la nueva situación, el enlace entre el mundo intelectual republicano y galleguista y el mundo popular, representado ahora en las figuras de las víctimas de la guerra.
En Granell como en Colmeiro, también aparecen en los años cuarenta cabezas exentas, como se aprecia en su Autorretrato (1944), de un estilo figurativo que destaca la cabeza en primer plano y un fondo con decoración amébica que se combina con el onirismo de la figura. Sobre esta línea de retrato surrealista, entendido como proyección de los deseos y del tiempo como reflejo/desdoblamiento del “yo”, Granell realiza obras como Autorretrato de indio (1945) en el que las referencias formales a Picasso son evidentes e interpretadas con un sólido vínculo con el mundo indígena, que se manifiesta en los trazos físicos y en los pormenores étnicos.
Carlos L. Bernárdez
Comisario