Colección Eugenio Granell. Fondos de la Fundación
23 enero, 07 – mayo, 08
Las cuatro piezas pequeñas que están a la entrada de la sala, Descanso en las nubes (1942), Jinete del aire (1944), Pesca maravillosa (1945) y Palabras de Amparo (1946) pertenecen a los años en los que el artista empezaba su andadura como pintor en la República Dominicana.
En 1946 marcha para Guatemala donde su obra comienza a cobrar nuevas formas. Dos años después, en 1948, pinta Ensayo provisional de la concepción del mundo, una de sus obras más importantes sobre la que el propio artista dijo en 1993: “Este cuadro resume toda mi obra. Es un cuadro que pude haber vendido en muchas ocasiones, pero siempre me gustó mucho. Ahora creo que se por qué. Porque resume toda mi obra. A la izquierda una nube arriba y abajo una nube-piedra que me recuerda a cuando caminábamos en la ciudad de Guatemala y, a causa de la neblina, no podíamos ver nuestros pies. La figura a la derecha es la primera de mis figuras. Esta está desnuda y ahora las visto, pero es la original”.
Entre esta obra primicia y las otras que mostramos, Granell pasa por varias etapas: la de obras de metamorfosis, carnosas y vegetales a la vez y los paisajes mágicos que pintó en los años sesenta en Nueva York. En los años setenta regresa finalmente a la figura del Ensayo provisional
época en la que crea muchas de sus obras más enigmaticas y personales.
A diferencia de las obras de la exposición anexa -los dibujos y las construcciones- en las que, como dice, Monse Cea, comisaria de la muestra: “la concepción espacial es tamizada por los procesos de construcción de la imagen plástica surrealista basados en la creación de una imagen pura, primigenia, arrancada directamente del cerebro”; los óleos mostrados en esta sala quedan muy lejos de esa imagen pura y primigenia. Aunque la obra haya tenido un inicio espontáneo, cuando el artista se puso ante el lienzo, no pudo evitar llenarlo todo; como si le tuviera miedo al vacío.
En una entrevista de Javier Ruiz, en Diario 16, 1993, Granell comenta:
“A mi la solemnidad y la ceremonia me parecen inventos extraordinarios. Son elementos que contribuyen a dignificar la vida humana. En los pueblos primitivos, las ceremonias son la exaltación de lo que ellos hacen y de aquello en lo que creen. Nosotros los surrealistas siempre hemos tenido delante los pueblos primitivos… En mi caso particular, la antropología está en toda mi obra.
No es que yo pintase una ceremonia, sino que ellos mismos son … elementos de su propia ceremonia. Esto es. A esto contribuye posiblemente el estatismo de las figuras… En tantos… lugares de mi pintura, las figuras están galvanizadas, como acuñadas. Yo pienso que la pintura es el único arte que petrifica ese instante que refleja la pintura. Nada de antes ni de después. Hay cuadros de anécdota, un tema bíblico, por ejemplo, y sabemos la historia que representa, pero no lo sabemos por el cuadro, lo sabemos por otros medios”